Miren un avion se estrella "YUCATAN" I
ESTA ES LA RESEÑA QUE PUBLICO EL HERALDO DE CHIHUAHUA.
Miren, un avión se estrella! "El Yucatàn 230"
Oscar Viramontes Olivas/
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y varios heridos; un hecho donde ese avión se estrellaría en estas tierras norteñas y es así que Crónicas Urbanas, expone una serie de evidencias y hechos que se presentaron en este atroz acontecimiento que muchos todavía no olvidamos ni olvidaremos.
Era una tarde de verano del día 27 de julio de 1981, a eso de las 16:30 horas, y en donde esperábamos a los pasajeros que venían de la ciudad de Monterrey, Nuevo León.
Era un día tal vez muy aburrido como los que se dan en el Aeropuerto, en donde la verdad nada pasaba, todo se veía muy tranquilo y sereno y mi buen amigo José Luis me platicaba que siempre estaba al pie del cañón recibiendo a los pasajeros para tomarles fotografías, ya que durante muchos años el mismo periódico había manejado esa sección de los visitantes que llegaban a Chihuahua vía aérea y también aquellos que partían a diferentes destinos de México y el mundo.
La ausencia de cosas relevantes, nos motivó para empezar a platicar de política e incluso entablar bromas entre los que estábamos sentados en el Aeropuerto. Contábamos chistes con varios colegas del medio periodístico y otros que eran del ambiente político, que esperaban a sus familiares en el vuelo 230 de Aeroméxico, avión que llevaba el nombre de Yucatán".
En otra latitud geográfica, el piloto aviador, capitán Víctor Manuel Ortigosa Mora, de 42 años, quien sería el responsable de llevar a feliz término el viaje de la Sultana del Norte hasta Chihuahua, contaba con 13 años de haber colaborado con equipos DC-9 y alrededor de 10 mil 200 horas en el aire, con una licencia vigente, número 821 para efectuar vuelos ilimitados expedida por la Dirección General de Aeronáutica Civil de la Secretaría de Comunicaciones y Trasportes.
Por lo que todo estaba en regla y el experimentado capitán no tenía impedimentos para ejercer su trabajo de manera normal y rutinaria. Además de que contaba con el apoyo de su tripulación, quienes hacían un verdadero equipo, permitiéndole estar siempre muy contento por cumplir sus tareas cotidianas de llevar pasajeros de aquí hacia allá. "La verdad era como cualquier día de mi vida, desempeñando la profesión que siempre amé, la de ser piloto aviador decía Ortigosa Mora , mientras que los pasajeros estaban abordando, yo empezaba a tomar posición de mis funciones, checando que todo estuviera en buen estado y detectar cualquier anomalía antes de emprender el vuelo. La verdad, no había novedad.
La tripulación como siempre muy amable.
Estaba contento de compartir el espacio de trabajo con el primer oficial Enríquez Marines, un buen amigo que habíamos hecho muchos vuelos juntos, al igual que las sobrecargos, la mayor Sara E. Ramírez Alemón y sus auxiliares, las señoritas Norma F. Astorga Flores, María Antonieta Cortázar Calderón y Mónica Arenal Orozco. "Al terminar el abordaje, se cerraba la puerta principal cuando mi reloj marcaba las 15:33 horas del día 27 de julio de 1981, un verano que se había manifestado muy lluvioso en algunas zonas de la República Mexicana.
La verdad, todo seguía como cualquier día en condiciones normales cuando recibimos de la Torre de Control las instrucciones para efectuar el plan de vuelo hacia los 31 mil pies de altura, exactamente a la hora indicada, a bordo de un DC-9 con el número 230 en el avión denominado Yucatán.
Por fin despegamos y todos los pasajeros empezaron a escuchar las indicaciones de la tripulación, esas que son fundamentales para todos los que tenemos oportunidad de abordar una aeronave, aunque mucha gente no las toma muy en cuenta, ya que se les hacen simples.
Después de unos minutos, la Torre de Control de Monterrey me autorizaría a cambiar la frecuencia y poco antes de los 10 mil pies, se me notificó que se cancelaba la comunicación con la Torre de Monterrey, ordenándola cambiar a la Torre de la ciudad de Chihuahua y casi después de una hora y media de vuelo, se percibía de cerca la población norteña, por lo que la Torre de Control nos autorizaba aterrizar en la pista 35 derecha del Aeropuerto Internacional General Roberto Fierro, dando las instrucciones pertinentes. "Me había percatado que se encontraban algunos nubarrones negros, de esos que se llaman cúmulos nimbos, que estaban generando de alguna forma cierta turbulencia en el aire, por lo que se empezaron a notar algunas variaciones en la velocidad del avión, decidiendo desviarme para no chocar con esa turbulencia, sin embargo, no había opción de mover el aparato de manera drástica hacia otro lado, por lo que tuve que ir descendiendo aplicando potencia hasta el máximo sin lograr corregir la disminución de la velocidad.
Era para mi compañero y un servidor una preocupación latente, ya que empezamos a sentir sobresaltos muy drásticos y algunos pasajeros empezaron a llamar a los sobrecargos para preguntar qué era lo que sucedía, sin embargo, para tranquilizarlos, tuve que informarles de la tormenta que teníamos encima, insistiéndoles que no se quitaran el cinturón de seguridad.
"Después se soltó una tormenta de granizo en forma brusca, provocando que el avión tuviera movimientos de forma de zigzagueo, que eran repentinos y bruscos de corrientes ascendentes y descendentes de aire, que ocasionan que la nave se empezara a ir a tierra, lo que provocó que los pasajeros sufrieran golpes muy fuertes y algunas mujeres empezaron a gritar de desesperación; algunos niños que venían en el interior también lloraron con un terror que se percibía en todo el avión, con mucha fuerza.
La verdad era un total caos, mientras la nave se encontraba inmersa en la tormenta y soportando las ráfagas de viento que casi nos volteaban".
En la superficie terrena, donde se encontraban Paty Burciaga, Alejandro Olivas y el fotógrafo José Luis Domínguez, de El Heraldo de Chihuahua, así como un buen número de personas que esperaban el avión, "observábamos que el cielo se estaba oscureciendo comentaba José Luis debido a los nubarrones que se empezaron a concentrar muy cerca del aeropuerto y en eso, escuchamos por los altavoces que el Yucatán DC-9 de Aeroméxico, estaba a punto de aterrizar, por lo que me dirigí a la entrada para no perder detalle de los viajeros que iban a llegar.
De pronto, escuchamos algo así como un trueno y luego observamos que la aeronave daba tumbos; tenía que ser el avión y me estremecí por completo, pero salí corriendo para ver qué sucedía y pensando en tomar muchas fotografías.
Creo que todavía la nave se movía cuando salimos a la pista, se percibía que hacía movimientos de abajo y hacia arriba, tratando de salir de la nube negra que estaba frente a todos nosotros. Corrimos el personal del Aeropuerto, unos a pie y otros en camionetas y camiones de auxilio, que parecían que querían volar sobre el pasto.
El avión estaba humeando a cosa de 600 metros sobre el nivel del mar y todo sucedía muy rápido. "Por su parte, los pilotos que estaban sorteando la situación, notaron que el avión se estaba incendiando. Todo era un verdadero caos en el interior.
Los gritos de terror empezaron hacer eco por cada rincón del fl ácido avión que era manipulado como un títere por las fuerzas de la naturaleza.
El fuego consumía la parte izquierda, motivando que perecieran un número determinado de pasajeros y dos tripulantes sobrecargos".
"Era inevitable y tuvimos que impactar sobre tierra manifestaba el capitán Víctor Manuel Ortigosa Mora, por lo que tuve que preparar la evacuación de los pasajeros a tierra ya que una vez estando el avión parado en la superficie, no me fue posible con exactitud ubicar el sitio donde había quedado la nave, así como su trayectoria real. "Durante el esfuerzo para tratar de abrir la puerta principal de pasajeros, auxiliados por la sobrecargo, mayor Sara E. Ramírez Alemón, así como por algunos pasajeros, finalmente se logró que la puerta entreabierta y trabada cediera y en eso caímos hacia afuera del avión varias personas.
No podíamos creer lo que había sucedido.
Era una tragedia de magnitudes insospechadas, la verdad veía que todo era un caos, humo, fuego y muertos, algunos gritaban.
Me consideraba culpable y me embargaba ahora un gran pesar, ya que todo había sido tan de repente.
Asimismo, desde afuera del avión se hacía toda la lucha para abrir totalmente la puerta principal y pudiera iniciar la rápida salida de las personas que iban a bordo.
El número de pasajeros era de 66, logramos evacuar un número indeterminado de personas así como al primer oficial Enríquez Marines así como a dos de los sobrecargos: Sara Ramírez y Norma F. Astorga Flores. No pudimos evacuar a las sobrecargos María Antonieta Cortázar Calderón y Mónica Arenal Orozco.
Después me percaté que el avión estaba completo por el lado izquierdo y consumido por el fuego en forma parcial".
El fotógrafo del El Heraldo, sorprendido de lo sucedido, pudo llegar hasta la escena macabra del avión, manifestando lo siguiente: "Íbamos hacia el aparato cuando ya venía gente quejándose, tambaleándose; una señora que había perdido los zapatos y tocándose el pecho se quejaba amargamente y con ese llanto que le brotaba de lo más profundo de su ser solicitaba ayuda.
Una muchacha que parecía que se iba a convulsionar, era llevada urgentemente por un hombre con las vestiduras todas desgarradas y junto a él, una jovencita que al parecer podría haber sido la hermana.
En ese mismo momento estaba desatada una tormenta sobre nosotros y por un momento sentí que tenía gasolina en el cabello.
"Parecía increíble que vinieran tantos pasajeros casi ilesos y que hubieran salido tan rápidamente de la nave; en un momento no sabía si seguir tomando fotos o tratar de ayudar a la gente.
". Continuará