Accidente de AMX en CUU XA-DEN McDonnell Douglas DC-9-32

MEXICO1

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cesar2304 dijo:
Jorge M dijo:
Primero deberias de aprender a pedir las cosas...

EL PASADO DIA 10 DE JUNIO PEDI INFORM. SOBRE ESE ACCIDENTE Y EN EL CUAL FUI TESTIGO. PERO VEO QUE USTED SE MOLESTO. PODRIA SER QUE OFENDI SU xxxxxxx???

CESAR2304

:D aaahii que emocion, si tu fuiste testigo de los hechos porque no nos cuentas lo que viviste en ves de estar posteando de una forma tan despota :wink:

Saludos

Adrian G.
 

Guillermo

Member
Fuentes, acertadas mencionan que fue una descendente de CB , algo muy parecido a lo que le paso a un L-1011 (tri star) en DFW.


WIND SHEAR

Una descendente de CB en un segmento de aprox tan corto es muy dificil sacarlo EL DC-9 tiene un margen de REACCION en lo que lo aceleras de (7 seg).

7 es una eternidad para la dist en la que se encontraba el avion

Fue algo muy lamentable
 

elpopis

Member
Accidente Chihuahua Aeroméxico vuelo 230 Fecha 27/07/81

Que tal, en la decada de los ochenta hubo un accidente de Aeromexico al despegar del aeropuerto de CUU, en aquel entonces yo estaba en pañales y pues la verdad no recuerdo nada de lo ocurrido. He estado buscando informacion al respecto pero no he encontrado nada. ¿alguno de ustedes tiene informacion de dicho accidente?
Saludos
David Saucedo
CUU
 
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excelon23

New Member
Hola amigo te dejo la narrativa del accidente de un extrabajador del aeropuerto de MMCU...


“Escuchamos un fuerte estruendo y nos informaron sobre el fatal accidente del vuelo 230 de Aeroméxico, corrimos hacia el avión en medio de una tormenta, el lodo nos cubría los pies y la visibilidad era prácticamente nula, a unos metros del punto donde todo era caos empezamos a ver que gente huía del fuego que salía de la aeronave, eran los sobrevivientes que salieron con lesiones leves y en su propio pie”, recordó Juan un ex empleado de Aeroméxico que vivió el peor accidente aéreo que ha acontecido en la ciudad de Chihuahua.
Hoy se cumplen 29 años de la tragedia ocurrida en el Aeropuerto Internacional de la ciudad de Chihuahua Roberto Fierro, el cual fue escenario de las imágenes dantescas jamás antes vistas y que no se olvidarán de la memoria de los chihuahuenses.


Un día como hoy, pero del año 1981, en punto de las 16:30 horas, el avión DC-9 “Yucatán” de Aeroméxico bajo el mando del piloto Víctor Manuel Ortigosa, con más de 10 mil horas de experiencia, cubría un vuelo regular 230 de Monterrey a Tijuana, se salió de la pista al momento de aterrizar debido a la fuerza del viento y la lluvia.
El fatal accidente cobró la vida de 32 pasajeros y 32 más alcanzaron a salir, la mayoría con algún tipo de lesión. La pesada aeronave se desplomó al suelo, entre la maleza, y se incendió inmediatamente después de haberse partido en dos.
La versión que dio a conocer Aeroméxico fue que el viento huracanado desplazó la aeronave de forma que fue a tomar tierra sobre una acequia. El DC-9 dio una vuelta de campana y se incendió en el acto, luego se convirtió en una gran bola de fuego, se deslizó sobre su espalda hasta el final de la pista.
Las llamas afectaron a la mitad posterior del avión, donde se encuentran los depósitos de combustible y los reactores. Esto permitió que los seis tripulantes y una treintena de pasajeros se salvaran, aunque muchos de ellos sufrieran quemaduras de gravedad.
Un ex empleado de Aeroméxico quien pidió que sólo se le llamará Juan, le tocó vivir el fatal accidente y comentó en exclusiva para El Diario de Chihuahua, que ese día una fuerte tormenta caía sobre la región del aeropuerto, el viento soplaba muy fuerte pues incluso movía las avionetas que estaban ancladas.

Dijo que alrededor de las 16:30 horas se escuchó un fuerte estruendo en la cabecera de la pista 36 y de inmediato se le informó sobre el accidente del vuelo 230 que venía de la ciudad de Monterrey, “corrimos hacia el avión en medio de una tormenta, el lodo nos cubría los pies y la visibilidad era prácticamente nula, a unos metros del punto donde todo era caos empezamos a ver que gente huía del fuego que salía de la aeronave, eran los sobrevivientes que salieron con lesiones leves y en su propio pie”, recordó Juan.
Dijo que empezaron ayudar a los pasajeros que sobrevivieron trasladándolos a una zona segura a más de un kilómetro del caos, “yo hice la lista de los pasajeros que estaban en los hospitales, trabajamos más de 24 horas continuas para poder ayudar a la gente”, explicó.
“Había mucha gente ayudando, el avión se partió en dos y muchos pasajeros murieron quemados, el olor penetrante a carne chamuscada quedaba impregnada en la ropa, son recuerdos que no se han ido y que no quiero recordar”, finalizó Juan.


Fuente: El Diario de Chihuahua.




Espero y te sirva


Saludos
 

Puma727

Well-Known Member
Que tal, en la decada de los ochenta hubo un accidente de Aeromexico al despegar del aeropuerto de CUU, en aquel entonces yo estaba en pañales y pues la verdad no recuerdo nada de lo ocurrido. He estado buscando informacion al respecto pero no he encontrado nada. ¿alguno de ustedes tiene informacion de dicho accidente?
Saludos
David Saucedo
CUU
Que tal,
Aqui hay un thread al respecto...
http://www.fsmex.com/foros/showthread.php?t=16998

Saludos!
 
Última edición:
Saludos elpopis.

Existen varios sitios en internet donde puedes encontrar informacion sobre accidentes aereos. uno de ellos es airdisaster.com

La liga directa a la información de ese accidente es esta:

http://www.airdisaster.com/cgi-bin/view_details.cgi?date=07271981&reg=XA-DEN&airline=Aeromexico

Te recomiendo que estos temas los publiques en "Aviacion Real" y ademas que utilices la herramienta de búsqueda.

Saludos desde Tampico!!

Tambien deberian de cambiarle el titulo al post, asi como esta, uno se imagina un acciedente reciente.

Saludos
 
Última edición:

Zopilote

Member
Tengo la fortuna y honor de conocer al Cap. que en ese vuelo era primer oficial, se caso con una Amiga de mi Papa, (la conocio a raiz del accidente, literalmente le cayo el esposo del cielo a Susana), y hace poco me lo tope en un vuelo MEX-CUU como pasajero, y al aterrizar precisamente bajamos por la 36R, y pensaba si algun pensamiento pasaba por su cabeza en ese momento sobre el accidente, probablemente no, pues fue hace muchos anios....

Mi papa, que en ese momento era empleado de Aeromexico, me llevo a ver los restos del accidente dias despues (tendria yo como 6 anios) pero el olor, las texturas y las imagenes las tengo vivas aun,

Saludos!
 

OHMFDZ

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Hola, hasta hoy me percato de que el Capitan de dicho vuelo era Victor Manuel Ortigoza, yo recuerdo que en 1996 (siendo aún un infante) en un vuelo gdl-tij abordo de un boeing 767 matrícula xa-rvy, el capitan tenía el mismo nombre, alguien sabe si siguió volando, o si solamente se trata de alguna coincidencia? Gracias!
 

cesar2304

New Member
Miren un avion se estrella "YUCATAN" I

ESTA ES LA RESEÑA QUE PUBLICO EL HERALDO DE CHIHUAHUA.
Miren, un avión se estrella! "El Yucatàn 230"

Oscar Viramontes Olivas/[email protected]

y varios heridos; un hecho donde ese avión se estrellaría en estas tierras norteñas y es así que Crónicas Urbanas, expone una serie de evidencias y hechos que se presentaron en este atroz acontecimiento que muchos todavía no olvidamos ni olvidaremos.


Era una tarde de verano del día 27 de julio de 1981, a eso de las 16:30 horas, y en donde esperábamos a los pasajeros que venían de la ciudad de Monterrey, Nuevo León.

Era un día tal vez muy aburrido como los que se dan en el Aeropuerto, en donde la verdad nada pasaba, todo se veía muy tranquilo y sereno y mi buen amigo José Luis me platicaba que siempre estaba al pie del cañón recibiendo a los pasajeros para tomarles fotografías, ya que durante muchos años el mismo periódico había manejado esa sección de los visitantes que llegaban a Chihuahua vía aérea y también aquellos que partían a diferentes destinos de México y el mundo.

La ausencia de cosas relevantes, nos motivó para empezar a platicar de política e incluso entablar bromas entre los que estábamos sentados en el Aeropuerto. Contábamos chistes con varios colegas del medio periodístico y otros que eran del ambiente político, que esperaban a sus familiares en el vuelo 230 de Aeroméxico, avión que llevaba el nombre de Yucatán".

En otra latitud geográfica, el piloto aviador, capitán Víctor Manuel Ortigosa Mora, de 42 años, quien sería el responsable de llevar a feliz término el viaje de la Sultana del Norte hasta Chihuahua, contaba con 13 años de haber colaborado con equipos DC-9 y alrededor de 10 mil 200 horas en el aire, con una licencia vigente, número 821 para efectuar vuelos ilimitados expedida por la Dirección General de Aeronáutica Civil de la Secretaría de Comunicaciones y Trasportes.

Por lo que todo estaba en regla y el experimentado capitán no tenía impedimentos para ejercer su trabajo de manera normal y rutinaria. Además de que contaba con el apoyo de su tripulación, quienes hacían un verdadero equipo, permitiéndole estar siempre muy contento por cumplir sus tareas cotidianas de llevar pasajeros de aquí hacia allá. "La verdad era como cualquier día de mi vida, desempeñando la profesión que siempre amé, la de ser piloto aviador decía Ortigosa Mora , mientras que los pasajeros estaban abordando, yo empezaba a tomar posición de mis funciones, checando que todo estuviera en buen estado y detectar cualquier anomalía antes de emprender el vuelo. La verdad, no había novedad.

La tripulación como siempre muy amable.

Estaba contento de compartir el espacio de trabajo con el primer oficial Enríquez Marines, un buen amigo que habíamos hecho muchos vuelos juntos, al igual que las sobrecargos, la mayor Sara E. Ramírez Alemón y sus auxiliares, las señoritas Norma F. Astorga Flores, María Antonieta Cortázar Calderón y Mónica Arenal Orozco. "Al terminar el abordaje, se cerraba la puerta principal cuando mi reloj marcaba las 15:33 horas del día 27 de julio de 1981, un verano que se había manifestado muy lluvioso en algunas zonas de la República Mexicana.

La verdad, todo seguía como cualquier día en condiciones normales cuando recibimos de la Torre de Control las instrucciones para efectuar el plan de vuelo hacia los 31 mil pies de altura, exactamente a la hora indicada, a bordo de un DC-9 con el número 230 en el avión denominado Yucatán.

Por fin despegamos y todos los pasajeros empezaron a escuchar las indicaciones de la tripulación, esas que son fundamentales para todos los que tenemos oportunidad de abordar una aeronave, aunque mucha gente no las toma muy en cuenta, ya que se les hacen simples.

Después de unos minutos, la Torre de Control de Monterrey me autorizaría a cambiar la frecuencia y poco antes de los 10 mil pies, se me notificó que se cancelaba la comunicación con la Torre de Monterrey, ordenándola cambiar a la Torre de la ciudad de Chihuahua y casi después de una hora y media de vuelo, se percibía de cerca la población norteña, por lo que la Torre de Control nos autorizaba aterrizar en la pista 35 derecha del Aeropuerto Internacional General Roberto Fierro, dando las instrucciones pertinentes. "Me había percatado que se encontraban algunos nubarrones negros, de esos que se llaman cúmulos nimbos, que estaban generando de alguna forma cierta turbulencia en el aire, por lo que se empezaron a notar algunas variaciones en la velocidad del avión, decidiendo desviarme para no chocar con esa turbulencia, sin embargo, no había opción de mover el aparato de manera drástica hacia otro lado, por lo que tuve que ir descendiendo aplicando potencia hasta el máximo sin lograr corregir la disminución de la velocidad.

Era para mi compañero y un servidor una preocupación latente, ya que empezamos a sentir sobresaltos muy drásticos y algunos pasajeros empezaron a llamar a los sobrecargos para preguntar qué era lo que sucedía, sin embargo, para tranquilizarlos, tuve que informarles de la tormenta que teníamos encima, insistiéndoles que no se quitaran el cinturón de seguridad.

"Después se soltó una tormenta de granizo en forma brusca, provocando que el avión tuviera movimientos de forma de zigzagueo, que eran repentinos y bruscos de corrientes ascendentes y descendentes de aire, que ocasionan que la nave se empezara a ir a tierra, lo que provocó que los pasajeros sufrieran golpes muy fuertes y algunas mujeres empezaron a gritar de desesperación; algunos niños que venían en el interior también lloraron con un terror que se percibía en todo el avión, con mucha fuerza.

La verdad era un total caos, mientras la nave se encontraba inmersa en la tormenta y soportando las ráfagas de viento que casi nos volteaban".

En la superficie terrena, donde se encontraban Paty Burciaga, Alejandro Olivas y el fotógrafo José Luis Domínguez, de El Heraldo de Chihuahua, así como un buen número de personas que esperaban el avión, "observábamos que el cielo se estaba oscureciendo comentaba José Luis debido a los nubarrones que se empezaron a concentrar muy cerca del aeropuerto y en eso, escuchamos por los altavoces que el Yucatán DC-9 de Aeroméxico, estaba a punto de aterrizar, por lo que me dirigí a la entrada para no perder detalle de los viajeros que iban a llegar.

De pronto, escuchamos algo así como un trueno y luego observamos que la aeronave daba tumbos; tenía que ser el avión y me estremecí por completo, pero salí corriendo para ver qué sucedía y pensando en tomar muchas fotografías.

Creo que todavía la nave se movía cuando salimos a la pista, se percibía que hacía movimientos de abajo y hacia arriba, tratando de salir de la nube negra que estaba frente a todos nosotros. Corrimos el personal del Aeropuerto, unos a pie y otros en camionetas y camiones de auxilio, que parecían que querían volar sobre el pasto.

El avión estaba humeando a cosa de 600 metros sobre el nivel del mar y todo sucedía muy rápido. "Por su parte, los pilotos que estaban sorteando la situación, notaron que el avión se estaba incendiando. Todo era un verdadero caos en el interior.

Los gritos de terror empezaron hacer eco por cada rincón del fl ácido avión que era manipulado como un títere por las fuerzas de la naturaleza.

El fuego consumía la parte izquierda, motivando que perecieran un número determinado de pasajeros y dos tripulantes sobrecargos".

"Era inevitable y tuvimos que impactar sobre tierra manifestaba el capitán Víctor Manuel Ortigosa Mora, por lo que tuve que preparar la evacuación de los pasajeros a tierra ya que una vez estando el avión parado en la superficie, no me fue posible con exactitud ubicar el sitio donde había quedado la nave, así como su trayectoria real. "Durante el esfuerzo para tratar de abrir la puerta principal de pasajeros, auxiliados por la sobrecargo, mayor Sara E. Ramírez Alemón, así como por algunos pasajeros, finalmente se logró que la puerta entreabierta y trabada cediera y en eso caímos hacia afuera del avión varias personas.

No podíamos creer lo que había sucedido.

Era una tragedia de magnitudes insospechadas, la verdad veía que todo era un caos, humo, fuego y muertos, algunos gritaban.

Me consideraba culpable y me embargaba ahora un gran pesar, ya que todo había sido tan de repente.

Asimismo, desde afuera del avión se hacía toda la lucha para abrir totalmente la puerta principal y pudiera iniciar la rápida salida de las personas que iban a bordo.

El número de pasajeros era de 66, logramos evacuar un número indeterminado de personas así como al primer oficial Enríquez Marines así como a dos de los sobrecargos: Sara Ramírez y Norma F. Astorga Flores. No pudimos evacuar a las sobrecargos María Antonieta Cortázar Calderón y Mónica Arenal Orozco.

Después me percaté que el avión estaba completo por el lado izquierdo y consumido por el fuego en forma parcial".

El fotógrafo del El Heraldo, sorprendido de lo sucedido, pudo llegar hasta la escena macabra del avión, manifestando lo siguiente: "Íbamos hacia el aparato cuando ya venía gente quejándose, tambaleándose; una señora que había perdido los zapatos y tocándose el pecho se quejaba amargamente y con ese llanto que le brotaba de lo más profundo de su ser solicitaba ayuda.

Una muchacha que parecía que se iba a convulsionar, era llevada urgentemente por un hombre con las vestiduras todas desgarradas y junto a él, una jovencita que al parecer podría haber sido la hermana.

En ese mismo momento estaba desatada una tormenta sobre nosotros y por un momento sentí que tenía gasolina en el cabello.

"Parecía increíble que vinieran tantos pasajeros casi ilesos y que hubieran salido tan rápidamente de la nave; en un momento no sabía si seguir tomando fotos o tratar de ayudar a la gente.

". Continuará
 

cesar2304

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Miren, un aviòn se estrella! "El Yucatán 230" II

Oscar Viramontes Olivas/[email protected]

Una muchacha que parecía que se iba a convulsionar, era llevada urgentemente por un hombre con las vestiduras todas desgarradas y junto a él, una jovencita que al parecer podría haber sido la hermana.

En ese mismo momento estaba desatada una tormenta sobre nosotros y por un momento sentí que tenía gasolina en el cabello.

"Parecía increíble que vinieran tantos pasajeros casi ilesos y que hubieran salido tan rápidamente de la nave; en un momento no sabía si seguir tomando fotos o tratar de ayudar a la gente.

De las instalaciones del Aeropuerto se acercaban muchas personas para ver qué había sucedido con sus familiares y amigos.

Algunas mujeres lloraban, pero era por el terrible susto y varios hombres llevaban cargando a niños y allá muy distante pude percibir que en el DC-9 parecía un pájaro torcido".



Era un caos en el Aeropuerto Internacional de la ciudad de Chihuahua Gral. Roberto Fierro; las ambulancias se empezaron a escuchar en toda la población, mientras que muchos ciudadanos ignoraban el terrible acontecimiento que había dejado 32 muertos y 34 heridos al sufrir el avión de la línea Aeroméxico 239,

"El Yucatán", un inesperado accidente que fue ocasionado por las condiciones climatológicas imperantes el 27 de julio de 1981, las que tuvieron mucho que ver al presentarse una fuerte racha de viento que desestabilizó la aeronave, provocándose un fuerte incendio en el interior, lo que ocasionó un macabro hecho dentro del aparato con el saldo antes mencionado.

Ante este terrible acontecimiento que Crónicas Urbanas publicó en su primera parte el pasado domingo 24 de febrero de 2013, se comunicaron varias personas para dar sus opiniones sobre este accidente, a quienes se agradece de manera muy sentida por su interés a esta sección de El Heraldo de Chihuahua.

Uno de estos lectores, el escritor, poeta, periodista y médico, el buen amigo Ernesto Jesús Visconti Elizalde, tuvo a bien comunicarse y compartir sus vivencias sobre el hecho, lo cual le agradezco infinitamente.

"Serían las 17:05 horas del día 27 de julio de 1981 -comenta Visconti- en el Aeropuerto Rodolfo Fierro de la ciudad de Chihuahua; el avión de pasajeros DC-9 de Aeroméxico procedente de la ciudad de Monterrey, Nuevo León, denominado 'El Yucatán', se estrellaba en la pista de aterrizaje mientras explotaba una sección de la parte trasera y del lado izquierdo, dejando como resultado cerca de 30 muertos y múltiples heridos. Los periodistas ahí reunidos, de inmediato trataban de trasmitir sus notas a sus respectivos medios, lo que en unos cuantos minutos, tal vez no con la rapidez de hoy en día, se daba a conocer la noticia por las diversas estaciones de radio de la ciudad, entre las que se encontraban la XEFI, Radio Ranchito, XEQD La Divertida, XEM La "M" Moderna, así como el canal 2 de televisión local, los cuales daban la infausta noticia. La lluvia, el viento y el granizo de esa tarde, habían provocado el fatal accidente.

Por la noche y ya en la madrugada del día 28, una llamada telefónica nos despertó a mi esposa y a un servidor, y se trataba del licenciado Óscar Sandoval Lazcano, el Pollo, a la sazón director del DIF Estatal de Chihuahua, que me llamaba para solicitarme acudiera al anfiteatro de la Facultad de Medicina a tratar de localizar a un individuo, familiar de unos amigos del Distrito Federal que al enterarse de la tragedia aérea y al no poder localizar a su familiar, solicitaban su búsqueda.

Con sólo su media filiación y nombre, era casi imposible reconocer al individuo, pues Óscar me comentó que el Ministerio Público todavía no tenía identificados a los cuerpos.

Debido a mi condición de jefe de los Servicios Médicos Estatales del DIF, y subdirector de Programas, me vi obligado a concurrir al anfiteatro de la Facultad de Medicina de la UACh la siguiente mañana a realizar la peregrina búsqueda que se me encomendaba. "Así llegué esa soleada mañana de julio a la citada facultad frente al Hospital Central; me dirigí al anfiteatro que tenía guardia policial en su exterior, después de identificarme y por el conocimiento que de mí tenían los viejos encargados del anfiteatro, pude pasar sin mayor contratiempo.

La vista era sobrecogedora, aun para alguien que como yo, había visto ya tantos cadáveres de accidentes y laborando con otros, preparados para su estudio en las salas de disección anatómica de la facultad, en una pequeña sala de 6 × 8 m, con dos o cuatro planchas que hoy la memoria no me permite precisar- se encontraban treinta y tantos cadáveres distribuidos por el suelo y algunos recargados sobre las paredes o las planchas, dejando apenas estrechos andadores de paso, predominando en ellos el color ocre y oscuro de la carne profusamente quemada.

La imagen era macabra, aquellas personas debatiéndose entre el fuego debieron recrear el 'infierno de Dante', aquél que él refería como el sexto círculo y que recorrió con su admirado Virgilio.

En ese momento, la alegría de la vida sólo la podía percibir en el hecho de estar vivo; pues todo lo demás tenía la pesadez de la muerte distribuida entre cuerpos contrahechos y quemados que en conjunto, despedían un hedorcillo a chamusquina; cada cuerpo narraba una historia trágica diferente; hombres, mujeres y niños que hacía apenas unas horas discurrían, reían y se expresaban, ahora, eran carne de panteón. "Empecé a revisar de manera visual a cada uno de los que estaban en el suelo y en las planchas, todos tenían su ropa o lo que quedaba de ella, a veces curiosamente conservada y respetada por el fuego; mientras que algunas superficies de su piel se presentaban destruidas en una gran extensión, en otras resultaban indemnes sin muestra alguna de quemadura.

La mayoría presentaban una posición tendiente a la actitud fetal, aunque otros resultaban tener la extendida, pero las piernas levantadas semicontraídas como si montaran- y los brazos en actitud de abrazo acartonado.

Entre los varones adultos resultaba imposible reconocer a nadie, a no ser por sus antecedentes dentales, o alhajas o pruebas de ADN -que entonces no estaban al alcance o las identificaciones que no habían alcanzado a quemarse. "Dos o tres cuerpos de mujeres, evidenciaban que habían sido bellas; una de ellas posiblemente azafata tenía zapatos de tacón, apenas lamidos por el fuego, restos de medias y liguero, sin falda, y sólo la piel del abdomen quemada hasta la exhibición de las vísceras, el resto del cuerpo normal, excepto por la falta de pelo.

Casi todos los cuerpos presentaban la característica de la ausencia de piel abdominal. Y ahí, frente a mí; un cuadro de sobrecogedora terneza, una madre joven en posición sedente, abrazando a su bebé de meses, congelados en su actitud y más allá, otra madre y un niño o niña de cinco o seis años en un eterno abrazo de amor último, resultado de un intento de protección a su criatura y ésta a su vez, demandando el auxilio de la madre.

Decidí salir de ahí; de aquella comunidad de cuerpos quemados, de facies acartonadas y bocas de muecas congeladas al paso de una ola de fuego. Afuera, la mañana estaba refulgente; pero ya iba yo, con el corazón oprimido y el ánimo más que apachurrado. Con mucha razón Sandoval, ni por un instante pensó intentar reconocer a nadie en ese macabro anfiteatro, una discreta muestra apenas, del Infierno de Dante".

De esta manera, concluía Ernesto Visconti su relato que fue expresado como si lo hubiera experimentado ayer.

Algunos expertos sobre el tema comentaban a los medios de comunicación que si el avión, vuelo 230 de la línea Aeroméxico, hubiera salido con un minuto de retraso o adelantado de la ciudad de Monterrey, no hubiera sucedido el accidente, pues las ráfagas de viento que habían envuelto la nave se habían presentado a escasos 30 segundos de que tomara la pista.

"Es un fenómeno de la naturaleza que no se puede predecir, lo mismo los temblores", comentaba Adolfo Martínez Bejarano, quién en aquella época era el administrador del Aeropuerto Internacional de la ciudad de Chihuahua General Roberto Fierro; agregó: "En más de 20 años que tengo trabajando en este lugar, no se había presentado un fenómeno de tal magnitud; esta ráfaga de viento volteó tres aviones que se encontraban en el estacionamiento de la Procuraduría General de la República y además, algunos vehículos que venían en la carretera hacia el aeropuerto fueron violentamente sacados de la carpeta asfáltica por la furia de la naturaleza".


(Nota. De los primeros en llegar al lugar del accidento fueron varios alumnos de La Esc. de Aviación Leo López T. A.C.)
 

MADYTOYS

Member
Corrí sin voltear (DC-9 Aeroméxico Yucatán 27-Julio-1981)

‘Corrí sin voltear…’
Lourdes Díaz López | 27 de Julio del 2013 | 06:29 hrs

Chihuahua.- Este 27 de julio se cumplen 32 años del accidente aéreo más grave en la historia de Chihuahua, donde más de la mitad de una tripulación de 66 personas entre pasajeros y personal de la aerolínea murieron, algunos de ellos calcinados luego de que la aeronave se partiera en dos.

Doña Andrea Elizondo de Sepúlveda, una de las sobrevivientes, quien recuerda el accidente como algo de lo más extraordinario que ha vivido en su vida, ya que salió completamente ilesa con sólo “una media rota”, según relata, puesto que al bajar del avión perdió un zapato, y debió correr descalza entre el monte hasta llegar al aeropuerto a encontrarse con sus hijas que la esperaban.

Fue un lunes por la tarde cuando viajó de Monterrey a Chihuahua porque no cabía en el avión privado de su familia que venía a Chihuahua, sus hijas y su esposo Óscar Sepúlveda, se vinieron en avión privado y ella abordó el vuelo de Aeroméxico, para vivir esta experiencia que lejos de considerarla como amarga, se siente afortunada de saberse protegida por Dios.

“De pronto vi láminas sueltas, y sentí un golpe como si hubiéramos chocado con algo, luego escuché a un niño que dijo: está lloviendo, y vi que caía granizo, y me di cuenta del accidente”. Cuenta que ella conocía muy bien los aviones porque su esposo tenía uno en el que viajaban con frecuencia, y cuando surgió el accidente, ella misma abrió la puerta y sin escalera ni nada brincó del avión y empezó a correr junto con otros pasajeros.

Cuenta que calzaba unos zapatos tipo sandalia, perdió uno, y sin haber pisado descalza nunca ni en la alfombra, entre el monte y el granizo, descalza, corrió sin voltear, sólo con la ayuda de Dios, pensando en lo asustadas que estarían sus hijas que la esperaban en el aeropuerto. La escena estaba llena de humo, fuego y granizo, todo pasó muy rápido, había muy poca visibilidad por el humo, y el piloto les decía que corrieran hacia el otro lado, que el aeropuerto estaba hacia el otro lado porque no se veía nada, hasta que llegaron a la cerca.

Se encontraron con un camioncito de los que usaban para acarrear maletas que venía a brindar a apoyo, pero ella se negó a subirse, pero la subieron por la fuerza y se bajó y siguió corriendo, “yo sólo les decía que mejor ayudaran a los heridos”, luego se encontró con un segundo camioncito, y siguió corriendo, “entré al aeropuerto por el lado de las maletas corriendo, mojada y descalza”.

En el trayecto dice, “vi a una aeromoza con la ropa pegada al cuerpo, ya quemada, y muchos cuerpos tirados”, pero dice que jamás pensó en parar de correr con la idea de que en cualquier momento se podría empeorar la situación, y que sus hijas que la esperaban en el aeropuerto estarían muy asustadas, y su suegra, que fue a recogerla con sus hijas, era muy nerviosa, “mis hijas estaban consolando a mi suegra”, dice, y lo que alcanzó a ver es porque se lo encontró, porque en ningún momento se volteó a ver.

Ahí me ofrecían tequila, coca cola, cosas de tomar para los nervios, y no tomé nada, creo que se asustó más mi suegra, cuenta la sobreviviente.

Entre lo que más recuerda dice, es a un niño que viajaba solo, “con carta”, en el asiento 1, cerca del suyo que era el 2A, y que su mamá lo esperaba en Hermosillo, “me sentí muy mal de no ayudar a ese niño que viajaba solo, pero me lo encontré en el aeropuerto, lo vi que sí sobrevivió, que estaba hablando por teléfono con su mamá le preguntaba que por qué se había bajado en Chihuahua si debía bajarse hasta Hermosillo, el niño no le podía explicar, no sabía explicar, era un menor de edad”, relató.

Cuenta que durante el trayecto que estuvo corriendo, se encontró con un fotógrafo del periódico, “le dije: ‘suelte esa cámara y póngase a ayudar a los heridos’, me respondió que estaba haciendo su trabajo”, después entendí que tendría razón.

Siempre he sido una persona de fe, de misa diaria, y en ese momento confiaba en Dios tanto como ahora dice, porque se siente protegida, ya que ella cree que desde que se nace, se viene al mundo con un plan de Dios y nada lo interrumpe, y la prueba está que de un accidente donde decenas de personas quedaron hechas cenizas, ella salió sólo con la media rota.

Recuerda que el piloto, Víctor Manuel Ortigosa, sobrevivió, así como el copiloto que a raíz de ese accidente conoció a la secretaria del gerente de Aeroméxico en Chihuahua, Zucy Martínez, con quien se casó y ahora viven en México, “ellos estuvieron aquí en la casa, mi esposo los invitó”, comenta.

Cuando llegó al aeropuerto donde la esperaban sus 4 hijas, de entre 7 y 11 años de edad, su suegra le había avisado ya del teléfono público a Óscar Sepúlveda su esposo, quien llegó lo más rápido que pudo, y sin esperar a dar las declaraciones ante el Ministerio Público que le pedían, se fueron a su casa, a fin de que las niñas no vieran todo el movimiento, y ni ella seguir viendo toda la tragedia.

Al siguiente día, a las 9 de la mañana, subió al avión privado de su esposo, para dominar el miedo a los aviones, y así fue, nunca dejó de viajar, incluso en la aerolínea de Aeroméxico con lluvia o sin ella, disfrutando de los vuelos, en los que confía “es muy poco probable que me vuelva a suceder algo así”, considera.

Relata que un hermano suyo murió en un accidente vial, y ella sobrevivió a un accidente aéreo, lo que ve como una prueba más, de que Dios tiene un plan de vida para cada persona, desde que se nace, y nada lo cambia, por ello cada quien debe cumplir con su plan de vida sin cambiar las cosas y se siente muy afortunada de estar cumpliendo con el suyo, según dice.

Doña Andrea recuerda que el piloto sí quedó emocionalmente muy afectado, recibió un largo tratamiento psicológico, y seguramente mucha gente, pero ella comenta que no le quedó ningún problema con los vuelos, cada dos meses viaja sola a visitar a su madre, a quien sí le asustaba mucho que se volviera a subir a los aviones sobre todo de Aeroméxico, pero el miedo pasó y todos estos años ha hecho viajes largos y es algo que disfruta mucho según comenta.

En esa fecha esta mujer tenía 35 años de edad, ahora cuenta con 67 años, y cree que el día que le toque morir, será en algo que nada ni nadie pueda impedir, vive sin miedos, segura de que Dios la protege, y tiene un plan para ella y no se irá sin concluirlo, ni antes, ni después.

En una nota informativa publicada por el periódico “El País”, que circula en el internet sobre este accidente con fecha del 29 de julio de 1981 describe lo siguiente:“Un viento huracanado de cien kilómetros por hora ha sido la causa (a salvo de lo que dictamine la lectura de la caja negra), del accidente aéreo ocurrido el pasado lunes, a las 16:30 horas, en el aeropuerto mexicano de Chihuahua”.

“Hasta el momento han fallecido 30 de los 66 ocupantes del DC-9 de Aeroméxico, que cubría la línea interior Monterrey-Chihuahua-Hermosillo-Tijuana. Otras fuentes señalaban a la hora de cerrar esta edición que la cifra de muertos podía oscilar entre 45 y cincuenta”.

“La aeronave Yucatán había efectuado el vuelo desde Monterrey sin novedad, según la gerencia de Aeroméxico. Justamente el día anterior había salido de los hangares tras una revisión calificada como doble A, y su tripulación estaba encabezada por el piloto Víctor Manuel Ortigosa, con más de 10,000 horas de vuelo”.

“En el momento en el que iniciaba el descenso hacia la pista se desató sobre el aeropuerto una tormenta huracanada con fortísimas rachas de lluvia. Uno de los supervivientes manifestó que no había visibilidad ninguna y que el aparato sufría grandes bandazos por efecto del viento. Un mecánico de una compañía aérea local, Viviano Sánchez, manifestó por su parte que en medio de la tormenta vio a lo lejos a un jet que descendía, aparentemente, sin problemas. "Aterrizó bien, pero a los pocos momentos estalló".



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El Diario de Chihuahua
 

mikemexbtm

New Member
Una de las sobrecargos sobrevivientes Sara, ahora es instructora y es excelente . Ella nos contó con detalle Su experiencia . Su hijo vuela en Am como Sobrecargo.
 

Nanolo

Member
Muy interesante.

Bonita la historia del copiloto y su ahora esposa; uno nunca sabe las vueltas que da la vida.
 

Miguel Arteaga

Active Member
Como dató extra el primer oficial de este accidente, el día de hoy hizo sus primeros asesorados como capitán del 787!

Saludos!
 
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